Es 20 de enero y en Pozuelo de Alarcón se oye el retumbar de cohetes que suben alto hacia el cielo.
Pocos de los habitantes del pueblo saben que los cohetes anuncian la alegría de la esperanza en la resurrección; pocos saben que son un ruego de la Hermandad del Glorioso San Sebastián por los hermanos que murieron con dicha esperanza.
La Hermandad del Glorioso San Sebastián de Pozuelo de Alarcón se fundó probablemente a principios del S. XVI, cuando Pozuelo no era aún Pozuelo de Alarcón, sino Pozuelo de Aravaca. De hecho, hay testimonios del siglo XVI, recogidos en el libro "Pozuelo de Alarcón, breve estudio de la localidad", en los que vecinos del pueblo hablan sobre la tamborrada del 20 de enero de 1576. Entre estos vecinos podemos mencionar a Martín de Húmera y a Alonso de la Minga, este último, alcalde de la Santa Hermandad.
Los primeros estatutos conocidos datan de 1588, quedando estos aprobados siendo arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga.
Los estatutos de 1588 fueron revisados y reformados en octubre del año 1723, y en base a estas últimas ordenanzas ha seguido su andadura la hermandad hasta el año 2009, en el que quedaron aprobados los nuevos estatutos ahora vigentes.
De las cofradías actuales de Pozuelo de Alarcón, la del Glorioso San Sebastián es la más antigua. En el Siglo XVIII existían otras tres cofradías: El Santísimo Sacramento, La Santa Vera Cruz y Ntra. Sra. de la Concepción Esperanza, pero ninguna de ellas ha permanecido hasta nuestros días.
La hermandad que aquí tratamos se creó con el fin de procurar un buen entierro a los hermanos fallecidos; y de rogar por la salvación de sus almas, no podemos olvidar que, en el Siglo XVI, procurarse un “buen entierro”, con todo lo que esto representaba para el cristiano de entonces, era demasiado costoso.
Por los antiguos estatutos sabemos que eran tres cofrades los nombrados encargados del buen funcionamiento de la hermandad ( un mayordomo y dos diputados) y que para entrar a formar parte de la misma, se debían aportar tres celemines de trigo y un cuarterón de cera si se era soltero o soltera, cuando un matrimonio quería entrar en la hermandad debía aportar justo el doble: media fanega de trigo y media libra de cera. Además, ocho de los hermanos (cuatro de "los más viejos y honrados", dos acompañantes y los dos diputados) debían dar su visto bueno asegurándose de que la persona a aceptar como nuevo cofrade fuera "pacífica y de buenas costumbres".
También por los antiguos estatutos sabemos que podían ser cofrades tanto hombres como mujeres, ya fueran éstas casadas, viudas o solteras y teniendo los mismo derechos y obligaciones.
Entre las obligaciones de los cofrades podemos mencionar el estar presentes en el entierro de cualquier hermano o hermana fallecidos, asistir a la misa mayor de San Sebastián, cuidar de los hermanos que caían enfermos o mantener dos cirios encendidos durante la misa de difuntos y desde que un hermano fallecía hasta que era enterrado.
Es curioso también saber que el hermano o hermana que no cumpliera con alguna de estas obligaciones debía pagar esta falta aportando cera para la cofradía, y que era obligación para la hermandad invitar a comer el día de San Sebastián a cinco pobres "de los más pobres del pueblo"; e invitar a tomar un vino a los que estuvieran presentes en la misa de vísperas (día 19 de enero), para que rogaran a Dios por los hermanos difuntos.
San Sebastián Mártir es unos de los santos más reproducidos por el arte, por lo que se le ha llamado "el Apolo cristiano", la forma de representarlo varía según la época, en el Gótico era representado con una cota de mallas, en la Edad Media aparece con un arco y una saeta en la mano, y es en el Siglo XV cuando empieza a ser representado atado al tronco de un árbol recibiendo las saetas del verdugo.
Desconocemos si exitieron en Pozuelo imágenes de San Sebastián anteriores a mediados del Siglo XX. La imagen actual fue adquirida por los hermanos cofrades hacia 1940, y en ella se representa al Santo Mártir como se le ha venido representando a partir del Siglo XV.
San Sebastián ha sido y es invocado contra la peste, las enfermedades y contra los enemigos de la religión. Así lo hace constar la inscripción de su sepulcro: «A Sebastián, mártir y campeón de Cristo, defensor de la Iglesia, terror de la peste».
En Pozuelo de Alarcón, la Hermandad del Glorioso San Sebastián ha invocado a este santo mártir durante casi quinientos años. Quinientos años de culto público y cristiano a San Sebastián, quinientos años promoviendo las tradiciones culturales y sociales de Pozuelo de Alarcón. Y en el transcurso de este tiempo ha vencido, a veces de forma milagrosa, al tiempo mismo, que la abocaba a la desaparición. Sin embargo, pese a todas las dificultades, aquí sigue, y son "5 siglos de tradición, 500 años de devoción".